Directrices comerciales del Gadir fenicio desde su fundaciön a la caida
de Tiro (1100‑573, a. C.) |
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Gregorio
de Frutos
La Ilegada de los fenicios a Cidiz y, con ella, su
expansiön en el Mediterrineo, son productos de unos condicionamientos
tanto de tipo geogrifico como otros de tipo polltico, que iremos anafizando
en el transcurso de nuestro trabajo. No cabe duda de que los fenicios
tuvieron que lanzarse a buscar «un escape maritimo» en tan tempranas
fechas hacia el S. XII a. C. porque las circunstancias pollticas del
momento asi lo aconsejaron. Efectivamente, hacia el S. XIII a. C. comienza
en el P. Oriente un periodo de turbulentas luchas que tienen como consecuencia
una gran afluencia de pueblos hacia Levante procedentes de todas direcciones.
Asi, provenientes de las islas vecinas del Oeste adviene una gran migraci6n
de mic8nicos a estas costas como consecuencia de la invasi6n de sus
tierras por gentes procedentes del Norte (Pueblos del Mar). Estos, por
su parte, tambi8n tocaron dichas costas y gran parte de ellos se asentaron
en el Sur (Filisteos). A todo esto hay que afiadir, por un lado, la
Ilegada a Canaän de los hebreos procedentes de Egipto y, por otro, las
presiones de amorreos e hititas que los fenicios sufrieron por el Norte,
aunque aqu61los acabarian siendo sometidos y destruidos sus imperios
por los antedichos «Pueblos del Mar». Por otro lado, Egipto, que habia
convertido en protectorado a Siria y Palestina, entraba tambi6n en un
perfodo de decadencia, consecuencia igualmente de la invasiön de la
zona y de las presiones de estos pueblos (1).
Tras ello, las referencias que poseemos de estas
primeras navegaciones fenicias por el Mediterrineo en tan tempranas
fechas son mis de tipo literaria, de los antiguos‑historiadores
y geögrafos, ya que las de tipo arqueo16gico son muy escasas y se reducen
mis bien a hallazgos aislados, la mayorfa carentes de un horizonte cultural
definido por la estratigrafia de los yacimientos. A pesar de todo esto,
sie puede
(1) D.
B. Harden: Los Fenicios, Barcelona, 1967; pp. 57 y ss.
5
GRFGORIO DE FRUTOS
afirmar que en estos primeros momentos de su expansi6n,
Fenicia cornenz6 a vivir un periodo de gran apogeo econ6mico, segün
lo que las fuentes antaguas nos dejan entrever al hablamos de su comercio
y de sus primeras fundaciones coloniales (2). Entre estas primeras fundaciones
de los siglos que estamos tratando (XII‑XI‑X a. C.), es,
sin duda, Gadir la mäs antigua, si rechazamos la tardia leyenda que
remonta una primera fundaci6n de Cartago a los S. XIII‑XII a.
C., (3) y, por otro lado, si hacemos fe a las fuentes antiguas y no
tenemos en cuenta la ausencia de vestigios arqueolögicos de estas fechas
en nuestro suelo. (Por ahora los vestigios mäs antiguos que poseemos
de la presencia fenicia en nuestras islas e hinterland nos remontan
el S. VIII a. C.; esto si, por otra parte, dejamos en el aire el posible
origen fenicio de la cerimica «tipo Carambolo y brufiida» que, en caso
de ser asf, sijustilicaria la remota presencia semita por nuestras costas
(4).
A pesar de todo esto, nadie duda de que en Occidente
ya se habia rnontado una red comercial bastante significativa con Oriente,
consecuencia de la gran riqueza material de toda indole, sobre todo
minerometalürgica, pesquera y agropecuaria que estos territorios poseian.
Con ellas, los fenicios alcanzarfan un grado de prosperidad y riqueza
(2) Sobre el comercio y primeras colonias hay que
dejar en claro que ninguna de las fuentes que nos hablan de ello son
contemporineas. De entre todas ellas, las biblicas son las referencias
mis cercanas de la 6poca que estamos tratando. Todas ellas se hallan
recogidas en A. G, y BeUido: «La colonizaci6n pünica», Cap.Ill de la
‑Espafia Protohist6rica», T.1, vol.11 de la H' de Espafia dirig.
por R.M. Pidal, pp. 319 y ss. y 334. Estas se rementan por lo menos
al S. X a. C. y nos hablan del pr6spero comercio que ya habian organizado
los fenicios a Tarschisch, cuyas naves volvian de alli cargadas de oro,
plata, marfil, monos, pavos reales, estaflo y plomo. En cuanto a las
fundaciones coloniales se refiere, digamos que en esta ipoca (XII‑XI‑X
a. C.) fueron mäs bien escasas, ya que estas primem navegaciones estarian
centradas sobre tode en conseguir, mediante trueque y sin apenas contacto
con las poblaciones que visitaban, las mercancias o materias primas
necesarias para la subsistencia en las metröpolis respectivas de la
costa de levante. Por este motivo, los estudiosos prefieren hablar,
o bien de viajes de tanteo, o bien de una fase de precolonizaci6n, basada
en asegurar unas escalas importantes en que apoyar dichas navegaciones
preliminares. A este respecto, v8ase, entre otras: j. Heurgon: *Roma
y el Mediterrineo Occidental hasta las Guerras Pünicas», Barcelona,
1.971, pp. 66 y ss.; M. Tarradell‑ «Economia de la colonizaciön
fenicia»‑, en Fst. de Fconom. Antigua de la P. lb&ica, Barcelona,
1968, pp. 85 y ss. Sobre las fuentes antiguas referidas a estas primeras
fundaciones, v6ase: ‑Fontes lbspaniae Antiquae», vol. 1, Barcelona,
1955 (21 cd), trad. y com. de A. Schulten; A. Garcia y Bellido: «Espafia
y los espafioles hace dos md afios, segün la Geografia de Estrab6n»,
Madrid, 1968 (4' cd.); N. Santos‑. «Textos para la H' Antigua
de la Peninsula 1b8rica», Oviedo, 1980, pp. 23 y ss.; etc.
(3) j. Heurgon‑. op.cit., pp. 77; E. Cassin,
j. BottEro, j. Vercoutter: Zos
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
mayor que cualquier otra potencia del Mediterräneo
oriental, a la vez
que los indfgenas de Occidente aceptaron de buen
grado estos inter
cambios que le aportaban elementos nuevos de una
civilizaci6n mucho
mis refinada
y superior que la que ellos desarrollaban.
Todo esto se
vio favorecido por una situaci6n politica relativamente
tranquila tanto
en Oriente como en Occidente que estimularian dichas
relaciones
comerciales sin temor a competencia alguna, lo cual
no hacia necesario
el control tan riguroso de los mercados. De aqui
se podria apuntar una
de las causas ‑quizi la principal‑ de
la escasez de emporios colonia
les en estas fechas: s61o bastarian algunos en sitios
estrat6gicos para
asegurar los intercambios comerciales de modo permanente.
Efectiva
mente, en Oriente, es decir, en las metr6polis, (concretamente
Tiro,
que era la ciudad mis pujante en estos momentos),
se vivia ahora un
ambiente de paz y tranquihdad, basado en las buenas
relaciones con
los paises vecinos, sobre todo Egipto con Biblos
e Israel con Tiro (5).
Por estos motivos, ademäs de progresos en la navegaci6n,
estas pnme~‑
ras fundaciones coloniales de que nos hablan las
fuentes ‑Utica,
Gadir, en Occidente, Kition (Chipre), en Oriente
, debieron ser a
modo de pequeiios campamentos, ya fijos, pero de
pequefias superfi
cies y con apenas un pufiado de hombres, y en sitios
muy estratigkos.
Efectivamente, Kition estaba situado en la isla de
Chipre, y poseia las
mis ricas minas de cobre de Oriente, al tiempo que
se hallaba situada
en el centro de una encrucijada de caminos o rutas
que confluian en
ella (hacia Africa, Egipto; frente a Oriente: costas
de Cilicia y de Siria ‑Palestina; escala casi obligada de los
navios procedentes del Occidente (6).
1
Imperios del Antiguo Oriente: 111. La primera raitad
del primer nuenio». en HUniv.
S. XXI,
T. IV, pp 150, Madrid, 1.974 (4* cd).
(4) Sobre las fuentes que nos hablan de la fundaci6n
de Gadir, cfr. entre otros:
Cesar Pernin: «Las fuentes literarias de la Antigüedad
y fundaci6n de Cidiz», Com de
Est. 0 Inves. de la H* de Cidiz, Madrid, 1954; A.
Garcia y Bellido‑. sEspafia
Protohistörica», citado, pp. 316 y ss.‑, id.,
«Espafia y los espaiioles ... », citado, etc.
Sobre el problema del origen de la cerimica bruiiida,
viaw D. Ruiz; A. Esp. A., vol.
52, Madrid, 1979, pp. 3‑15, a lo que debemos
aiiadir tambien la redente hipötesis de
un probable producto indigena de una larga tradici6n
y evoluci6n de tipos anteriores
al aiio 2000 a. C.; viase, a este respecto: D. Ruiz
Mata: *Cerätnicas del Bronce del
poblado de Valencina de la Concepci6n Sevilla, en
Madrider Mittdungen, 16, 1975, pp. 80 y ss.
(5) E. Cassin, j. Bortt8ro, j. Vercoutter: OP.Cit..
pp‑ 150 y ss‑.
(6) D. B. Harden: op.cit., pp. 68 y ss.; S. Mofflti:
L'epopie des ph~niciens,
Paris,
1.971, pp. 49 y ss.
GREGORIO DE FRUTOS
Utica, fimdada segün la tradici6n en fechas casi
comtenporineas a las de Gadir, estaria destinada, ademäs de ser escala
intermedia de apoyo hacia las Columnas de H6rcules ‑para mi su
principal motivo de fundaci6n‑, a comerciar con los indfgenas
para conseguir marfil, esclavos, salazön y pürpura. La colonia de Gadir, sin duda la principal
y la que mis pingües ganandas le aportaba a los fenicios, ademäs de
las ültimas tres mercancias que hemos mencionado antes, fueron, sin
duda los metales, junto a su situaci6n estrat8gica, las razones de se
pronta existencia, a pesar de que el sitio en si no reunia ventaja alguna.
Efectivamente, Gadir era el punto intermedio o de
confluencia del comercio entre Oriente y Occidente. En estos momentos,
la principal mercancia objeto de los fenicios era sin duda el estafio,
puesto que es en estos momentos cuando el bronce se impone casi totalmente
al cobre, metal tambien iste, aunque con menos profusi6n que el estafio,
per el que comerciaban en nuestras costas. EI oro, la plata y et plomo,
constituirfan los otros metales codiciados per estos semitas. En este
sentido, prueba de este comercio con los tartessios de intermediarios,
es la adopci6n de algunos objetos orientales per parte de 6stos que
desembocarian en siglos posteriores ‑sebre todo en los S. Vill
y Vil a. C,', como veremos, en una nioda orientalizante y que se encuentran
dispersados en todo el Occidente corroborando dicho comercio con las
Kassitirides, como sen, entre otros, los caideros «tipe A», las fibulas
de codo tipo «Huelva», derivado del tipo «Kourion‑Meggido», los
escudos con escotadura en «V», etc. Estos, y otros objetos, como sen,
posiblemente, las cerämicas brufiidas y las de «tipo Carambolo», tendrian
como sitios principales de penetraci6n hacia el interior, las desembocaduras
de los Hos, sobre todo el Guadalquivir, Guadiana y Tajo, en cuanto a
nuestra Peninsula se refiere, o bien directamente per mar en el caso
de las Kassit8rides (7).
Per otro lade, la situaciön de Gadir seria el otro
factor a tener en cuenta para explicar su temprana colonizaci6n per
los fenicios. Efecti
(7) Sobre todo esto, vEase, por ej., F. Presedo‑
«Tartessos»; en I‑P de Espafia Antigua, Cap V, pp 130 y ss., Madrid,
1.980; C. Hawkes: fiLas relaciones atlinticas del mundo tart6ssico»,
V Simp. Inter. Preh. Pen., Barcelona, 1.969, pp. 185 y ss.; E. Cuadrado:
«Precedentes y prototipos de la fibula anular hispäüca», Trab. de Preh.,
VII, Madrid, 1963, pp. 9 y ss.; idern. «Penetraci6n de las influencias
colonidoras greco‑fenicias en el interior peninsular» en.Simp.
de Colonizac., pp. 93 y ss., Barcelona, 1974; M. Almagro Basch: «Las
estelas decoradas del Suroeste Peninsular», Bibl. Praeh. Hisp., vol.
VIII, Madrid, 1966; etc.
8
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
;A LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
vamente, las islas tenlan la gran vent:~ja de mavor
seguridad ante eventuales ataques indfgenas o de otra procedencia, ademäs
de ser «trampolin» hacia futuras fundadones de factorias en las costas
vednas, como ocurri6 posteriormente en el momento de pleno apogeo y
expansi6n de los fenidos en los S. VIII‑VII a. C., como veremos
mis adelante.
Como hemos dich.o anteriormente, fueron la plata,
el oro, el plomo y el cobre, ademis de esclavos y otras materias primas
el motivo prindpal de la pronta instalad6n fenicia en nuestras islas.
Efectivamente, todos estos materiales los podian obtener a trav6s del
comercio con Tartessos a cambio de «pacotillas», ya que a trav8s de
Gadir controlaban la desembocadura del Guadalquivir, o sea, la salida
de los minerales procedentes tanto de Huelva como de Sierra Morena (8).
Producto de estos viajes de tanteo, que es lo que predomina en esta
Epoca (S. Xll‑XI‑X‑IX a. C.), sen algunos hallazgos
en nuestras costas, como sen entre otros, un cilindro‑sello de
V6lez‑Milaga, que se fecha en torno al S. XIV a. C.; el Ilamado
«sacerdote de Cädiz», hallado en 1928 de manera casual en unas obras,
con paralelos en las costas sirio‑palestinas y Anatolia, datada
en el segundo milenio; los monogramas de anclas hallados en Cartagena
que se datan en torno al S. IX a. C.; las cuentas de pasta vitrea halladas
en Fuente Alamo (Almeria) fechadas en torno a 1400‑‑1200
a. C. (9), y, probablemente, aunque esto no es seguro, un vaso de piedra
hallado en Almufi6car con una inscnpcion jeroglifica referente a Apopi
Auserra, fechada hacia el 1.650 a. C. (10), y que puede pudiera ser
su Ilegada contemporinea del primer viaje de tanteo que nos hablan las
fuentes sobre la fundaci6n de Cidiz (11). Fuera de nuestras costas tenemos
otros vestigios pertenecientes a estos momentos de navegaci6n de tanteo,
a saber: el escarabeo de Lixus, fechado hacia el S. X a. C; el bronce
de Sciacca hallado en Sicilia, documentado' desde finales de la E. del
Bronce; en Cerdefia tenemos la inscricipci6n de Nora, fechada en el
S. IX a. C. y otros fragmentos epigräficos de la misma fecha, etc. (12).
(8) Genaro Chic: «Gades y la desembocadura del Guadalquivir»,
en Gades, n* 3, Cädiz, 1.979, pp. 7 y ss.; j. M' Bläzquez: «Los fenicios
en la P. 1b8rica», en 19 de Espaja Antigua», Cap. , pp. 277 y ss., Madrid,
1980.
(9) j. M' Blizquez: «Tartessos y los origenes de
la colonizci6n fenicia en Occidente», Salamanca, 1975 (2* cd.), pp.21
y ss.; idem: «Los fenicios en la P. 1bErica» ... citado.
(10) F. Presedo: «Tartessos» ... citado, pp. 136.
(11) Estrab6n, 111, 5, 5.
(12) j. M, Blizquez: op.cit., pp. 279 y ss.
~9
GREGORIO DE FRUTOS
EI S. IX a. C. constituia la centuria en la que comenzarä
a fodarse con solidez lo que seri el mayor imperio colonial y comercial
de los dos siglos inmediatos en el Mediterrineo. Seri a partir de dicha
fecha cuando se comience a colonizar en el estricto sentido del t8rmino,
bien creando nuevas factorfas ycolonias, bien haciendo evolucionar a
tal categoria los pequeiios emporios o campamentos. mercantiles que
se habfan creado con anterioridad. Las causas de esta mayor progresi6n,
en estas fechas, hacia el Mediterrineo serän de dive'rsa indole. Podrfa
verse como una de las principales, el quiebro de ese periodo de calma
y de paz que se sucedi6 tras el agitado y oscuro momento de las invasiones
de los Pueblos del Mar, al que ya hemos hecho alusi6n en las piginas
anteriores, en las ciudades de las costas Sirio‑Palestinas.
Efectivamente, es en esta centuria cuando comienza
a hacerse notar el despertar del poder imperial asirio, a la vez que
se sucederin unas casi constantes luchas intestinas, por conseguir el
poder real, entre los grandes jerarcas religiosos y los enriquecidos
oligarcas comerciantes (13). Esta situaci6n trajo corno consecuencia
una constante inseguridad reinante entre los habitantes de las ciudades
al estar, por un lado, sometidos
todos estos comerciantes a fuertes y constantes tributos
a cambio de los cuales podrian mantenerse independientes, preservando
de esta forma, la integridad de sus sociedades mercantiles y sus actividades,
y, por otro, a la inseguridad de vencer o perder en las antedichas luchas
internas al apoyar a uno u otro partido o bando, a sabiendas que la
p6rdida en tales confrontaciones suponia el embargo total de todos sus
bienes, en el mejor de los casos, o la muerte en el peor de ellos. Este
estado de cosas y, quizis tambi6n, el auge demogrifico que todo periodo
pr6spero conlleva, serian sin duda, las causas principales de que peri6dicos
contingentes de fenicios salieran de sus metr6polis para probar mejor
suerte en distintos puntos del Mediterräneo, por un lado, a la vez que,
por otro, las pesadas cargas tributarias a que estaban sometidos les
hicieran poner mayor ahinco en las actividades comerciales. En este
sentido, es probable que ahora comenzara a ponerse de moda o, mejor
dicho, arraigaran con mayor fuerza, las sociedades mercantiles o comerciales,
que comenzaron a ponerse en prictica, al parecer, desde antes de la
invasi6n de los Puebles del Mar, quizä por influencia de los mic8nicos
que se comen
(13) D. B. Harden: op.cit., pp.62 y ss.; E. Cassin,
j. Bott8ro, j. Vercoutter:OPcit., pp. 161.
A
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
zaron a asentar en las costas de Levante desde tiempos
remotos, como hemos apuntado anteriormente (14). Dichas sociedades comerciales
podfan ser de diversa indole desde el punto de vista de su composici6n;
asi, las podia haber puramente fenicias, de una sola ciudad o de distintas
ciudades, o, por el contrario, podian ser «internacionales», es decir,
entre fenicios y otros pueblos, p. ej., entre mic8nicos y fenicios,
serian las mäs antiguas; entre egipcios y fenicios (15); entre semitas
y griegos, posibilidad apuntada por Fernindez Nieto (v6ase nota 14),
aunque 6stas serian las mis modemas, ya que egtas se darian cuando los
griegos alcanzaron mayor pujanza en las relaciones comerciales; Y, entre
hebreos y fenicios, (recordemos el caso comentado por los textos biblicos
entre Hiram y Salomön en el S. X. a. C.). Tambien, dichas sociedades
eran de diverso caräcter en cuanto al contenido acordado entre los componentes
de eHas. Asi, podian oscilar entre un simple encargo a cambio del cual
se recibia una remuneraci6n en materias primas; o bien, a cambio de
tal comercio con un sitio determinado para obtener unas ventajas de
tipo econömico‑comercial en la ciudad o pais que le encarga dicha
misi6n; o, por otra parte, dos o mis comerciantes ponen una determinada
cantidad de hombres, barcos, etc., y las ganancias se reparten en funci6n
del «capital» invertido en dicha operaci6n.
De esta forma, es en este momento, y como producto
o consecuencia de la inseguridad, cuando se funda Cartago, segün la
tradici6n, en el 814 a. C., y otras colonias al Norte de Biblos y Libia
(16). En el caso de Gadir, aunque no tenemos noticias de ninguna clase,
podriamos aventurar la hip6tesis de una mayor ampliaci6n del territorio
que ocupara en los afios anteriores, como consecuencia probable de una
mayor aportaci6n demogrifica procedente de Siria‑Palestina.
(14) j. Heurgon: op.cit., pp. 70 y ss; D. B. Harden:
op.cit., pp. 58 y ss.; F. j. Fernindez Nicto: «La Colonizaci6n griega»,
Cap. XX, de I‑P de E~pafia Antigua, pp. 541 y ss., Madrid, 1980.
(15) j. Heurgon, op.cit., pp. 75 y ss.. nos dice
refiriindose a la necr6polis de Almuhicar‑ « Muy notable es el
acentuado caricter egiptizante de esta necr6pohs: uso constante y exclusivo
‑para vasos cinerarios‑ de grandes jarras de alabastro;
cuatro de estas, con cartelas de faraones del S. IX (Osorkon 11, 870‑847;
Shesonk 11, (47; Takelot 11, 870‑823),... . Tres tres de las cartelas
presentando, ademis incripciones pseudo~eroglificas, y otra, una Fenicia...
Atestiguan, empero entre los fenicios de Almufiicar una concreta fidelidad,
una devoci6n especial a tres faraones sucesivos que como Osorkon 11,
al parecer gozaron de gran popularidad en Byblos y Samaria. Quizä la
expedici6n que detertnin6 la fundaci6n de esa factoria fuese obra de
una
11
GREGORIO DE FRUTOI
EI S. VIII a. C., junto con la centuria posterior,
constituyen los aiies de mayor esplendor de la expansi6n colonial fenicia
en el Mediterrinee, que se habia iniciado en la centuria antetior corno
hemos hecho notar en las lineas precedentes.
Este periodo
de eSplendOr en Occidente, sobre todo, contrasta
cort lo que ocurre en las metr6polis orientales.
En efecto, la prosperi
dad fenicia en el Occidente es debida a que , en
estos momentos las
ciudades sirio‑palestinas comienzan, no ya
s61o, como en la centuria
anterior, a estar sometidas a tribut0 por mantener
su autonomia, sino
a sentir el verdadero pese del yugo asirio. Esto
ocurre a partir de
mediados del S. VIII a. C., cuando toda la parte
Norte, salvo Arvad,
es convertida por Tiglatpileser 111 (743 a. C.) en
provincia asiria.
Posteriormente, hacia finales de siglo, en torno
al afio 707 a. C.,
Sargon 11 arrebata a Tiro sus posesiones en el continente
debilitändola
considerablemente, lo que provoc6 que Cartago se
deshiciera cada vez
mis de la tutela de su metr6poli y asumiese un papel
de capital de las
ciudades fenicio‑‑pünicas. Senaauerib
pudo someter a las restantes
Ir
ciudades fenicias. En Sid6n, log‑ a expulsar
a Luli e instaurar otro rey: Ethbail (17).
nte este estado de cosas, en la priniera mitad del
S. VIII a. C.,
debieron aumentar las migraciones a Occidente, sobre
todo a las
principales colonias ya fundadas en los afios anteriores.
Esto provoca
ria en dichos emporios un exceso demogrifico que
tendria corno
consecuencia la expansi6n y fundaci6n de nuevos emponos
en los
territorios adyacentes. De esta forrna, desde Cartago
se organizaria la
expansi6n y fundaci6n de Motya (Sicilia); Hadrumetum
(N. de Afri
ca) ‑aunque se maneja la posibilidad de que
fuese fundada antes que
Cartago‑; Sulci y Nora, en Cerdeiia (aunque
los recientes hallazgos
en M. Sirai hacen viable la posibilidad de que dicha
expansi6n en
Cerdefia se organizara desde esta colonia en la propia
isla) (18). Proba
chentela Fenicia que en Byblos, por ejernplo, honraria
Piadesarnente la rnernoria de
sus patronos egipcios ... » n sentido a la
.Por otra
parte, mediante dicha hip6tesis seria posibte dar u
tradici6n segün M[cgasthenCS y Estrab6n conforme
a la cual ciertos faraones, corn0
Taharka, Ileva‑n s‑ conqtüstas hasta
las Colurnnas de Hircules; ... ».
uez,
(16) j. Nt Bläzq . op.cit., igW, pp. '295 y ss.
(17) D. B. Harden: op.cit‑. pp. 62 y ss.; E.
Cassin, j. Bottkro, j. Vercoutter:
op.cit.,
pp. 179 y ss.
(18) EI que organizara probableinente dicha expansi6n
desde Cartago, no implica
que se pueda hablar aün de una expansi6n cartaginesa,
puesto que todavia se mantiene
12
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A LA CAIDA DE TIRO (lioo‑573 A. C.)
bleinente
desde Gadir comenzaria un prirner mornento
de expansi6n dirigido hacia el Sur de la Peninsula fundindose nuevos
empon'os en las costas, como Sexi, Toscanos, Mezquitilla‑Cherreras,
Cerro del
Prado, para continuar la expansi6n fundando nuevos emporios en
el Norte de Africa, ayudada por Lixus (19).
La causa
ccon6mica fue sin duda el motivo principal de esta
expansi6n colonial emprendida por los seinitas en
Occidente. Efecti
vamente, como hemos dicho antes, Tiro pierde sus
posesiones en
Chipre (hacia 707 a. C.) suponiendo para esta ciudad
una gran p6rdi
da, vues en esta isla se haUaban las principales
minas de cobre del
Mediterrineo Oriental, por una parte, a la vez que,
por otra parte, sus
caracteristicas geogrificas de situaci6n y sitio
la convertlan en un
magnifico puerto maritimo‑com‑ ercial
donde confluian barcos mercan
tes de diversa procedencia (griegos, egipcios, fenicios,
etc.), constitu
yendo un emporio de primer orden (20). Aftos mis
tarde, Tiro pierde
gran parte de sus posesiones en el continente. Estas
fuertes p8rdidas
tenian que ser compensadas de alguna forrna, y 8sta
fue, sin duda,
mediante la expansi6n en Occidente, lo mismo que
siglos inäs tarde
ocurriria
con Cartago tras sus p8rdidas en Sicilia y Cerdefia durante la
Primera Guerra Pünica. Por otro lado, tainpoco debemos
dejar de
lado que es en estos rnomentos, quizis aprovechando
la crisis de las
ciudades fenicias, cuando comienza la expansi6n colonial
griega en
Occidente con las distintas creaciones coloniales
en Sicilia y Magna
Grecia (21). La colonizaci6n fenicia en Cerdefia,
Sicilia, N. de Africa
y Sur de la P. Iberica, tendria como finalidad, en
este caso, intentar
«taponar» de alguna manera un posible movimiento
colonial griego
hacia nuestras costas meridionales, intentando con
ello dominar y
controlar dicha ruta hacia Tartessos, que era en
este momento la
salvaci6n de la crisis que se estaba pasando en las
metr6polis orientales.
Por supuesto, durante la segunda mitad del S. VIII
a. C. estas
es; sin
embargo,
>polis como demuestra la arqueologia en dichos
lugar
filial a la metrd
comiema ahora ese traspaso de funciones de la metr6polis
a Cartago que aftos dcsPues dari lugar a que Cartago ocupara estas funciones.
A este respecto, v8ase lo antes dicho en palabras textuales de E. Cassin,
j. Bott8ro, j. Vercoutter: op.cit., pp 179. En
cuanto a dicha expansiön desde Cartago, vEase para
el caso Motya: j. Heurgon: op.cit., 72 y ss.
(19)j. Heurgon, op.cit., pp 74.
(20) E. Cassin, j. Bottkro, j. Vercoutter. op.cit.,
pp 179 y ss.; V. Karageorgis: «Chipre»; Colec. «Archacoliagia Mundi»;
pp. 150 y ss. , Barcelona, 1971.
(21) j. Heurgon: op. cit., pp.. 83 y ss.
13
GREGORIO DE FRUTOS
pftdidas aludidas en el Mediterräneo oriental fueron
compensadas con creces en Occidente. En efecto, es ahora cuando el comercio
fenicio adquiere una prosperidad dificil de imaginar por los propios
comerdantes semitas. Hay que decir que en esta 6poca este comerdo estari
casi exclusivamente Ilevado a cabo por Tiro, ya que fue la ünica ciudad
fenicia que, a pesar de pasar grandes apuros, se mantuvo independiente.
Sid6n, la mis directa rival de Tiro, fue sometida y dominada en esta
6poca por los monarcas asiries, nüentras que, por el contrario, Tiro,
a pesar de sufrir un fuerte asedio de cinco aflos a finales del siglo
por Senaquerib, lograria mantenerse inc61ume, aunque el comercio con
Occidente se veria afectado como nos lo indica la baja proporci6n de
änforas er) el yacimiento del Cerro Macareno (22). En el caso de nuestras
costas, esta invasi6n semita en estos momentos podria haber sido correspondida
en algunos casos por una resistencia indigena, como podria ser el caso
del rey Theron, que fue derrotado, al decir de Macrobio, autor del S.
IV, pues aunque la fecha de esta batalla es incierta, algunos autores
la sitüan en esta epoca (23). Tambi6n pudiera apuntarse como prueba
de esta situaci6n una posible interpretaci6n que pudiera dirsele a nuestras
famosas representaciones del «Abrigo de Laja Alta» en jimena de la Frontera.
La interpretaci6n podria corresponder a una escena de la lucha entre
indigenas y semitas al cruzar 6stos la bahia hasta las costas de Algeciras
procedentes de Gadir, donde fundarian por estas fechas la colonia del
Cerro del Prado, desgraciadamente ya destruida (24).
En estos momentos, como hemos ido viendo a lo largo
de estas lineas, Gadir desempefi6 un papel prependerante en los avatares
comerciales de los semitas. Es a partir de este centuria, continuando
durante toda la siguiente y primer tercio de la otra, cuando conseguiria
ser la ciudad mis pr6spera y de mayor esplendor de Occidente. En estos
momentos contaba ya con una flota y un ej6rcito propios, al
(22) M. Pelliccr: «Tipologia y cronologia de las
inforas prerromanas del Guadalquivir segün rA Cerro Macareno (Sevilla)»,
en Habis, 9, Sevilla, 1978, pp. 399.
(23) j. M' Blizquez, op.cit., pp. 313 y ss., Madrid,
1980‑, H. Kinder y W. Hilgemann: «Atlas Hist6rico Mundial. De
los origenes a la Revoluci6n Francesa», T. 1, pp. 72, Madrid, 1974 (5
cd.).
(24) M. Pellicer, L. Menanteau y P. Rouillard: «Para
una metodologia de localizaci6n de colonias fenicias en las costas ibiTicas:
ei Cerro del Prado», en Habis, n* 8, Sevilla, 1978, pp. 226, nos dice:
«Los rnateriales hallados en las prospecciön abarcan una gama crono16gica
desd‑, ei S. VIII o VII hasta ei V o IV a. C. »
14
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
igual que Cartago (25), y por tanto correspondi6
a efla vigilar, en tiempos diffciles de las metr6pohs, los intereses
senütas en el Mediterrineo, sobre todo en Iberia y N. de Africa, como
hemos dicho antes. Como consecuencia de esta expansi6n, es ahora cuando podriamos observar las primeras
penetraciones de las influencias semitas al interior peninsular con
mayor entidad, aunque tendri su culmen en las dos centurias siguientes
(26).
Vestigios arqueo16gicos de esta centuria en la zona
de Gadir son aün escasos; ademäs de los citados, tenemos el importante
yacinüento de Asta Regia, con materiales fenicios con una cronologia
que se eleva al S. VIII a. C.. Este poblado podrfa ser probablemente
indigena pero con una fuerte influencia sernitica (27). Nabrissa, donde
al decir de Pellicer existiria un posible asentamiento fenicie (26).
«CastiHo de Dofia Blanca», otro poblado posiblemente indigena pero fuertemente
semitizado, el cual se halla en fase de excavaci6n por D. Ruiz Mata.
Este poblado, como el mencionade de Asta, por su situaci6n respecto
a Gadir, debi6 jugar un papel importantisimo en el comercio tart8ssico‑ferücio.
En ellos y, mäs aün en «Dofia Blanca», debieron converger tanto a trav~s
de caminos terrestres interiores como a lo largo del Guadalquivir y
Guadalete, los metales procedentes de Huelva, Sevilla, Sierra Morena,
Andalucfa Oriental e, incluso, de las Kassit6rides, aunque en esta 8poca
ya los tartessios no comerciaban directamente con las Islas Britänicas,
sino que Ilegaban hasta la Armörica y,'por intermedio de los armoricanos,
obtenian el estafio, plomo, pieles, etc., de dichas islas (29). Otros
hallazgos son ya objetos sueltos, como por ejemplo, el änfora del alabastro
egipcia del S. VIII a. C. hallada en el
(25) j. M* Blazquez: op. cit., Madrid, 1980.
(26) M. Almagro Basch: «Resistencia y asinülaciön
de elementos culturales del Mediterrineo oriental en la Iberia prerromana»,
en Assimilation et resistence a la culturt greco‑romaine dans
le monde Ancien (Travaux du Vl* Congres International &etudes dassiques),
pp. 117 y ss., Bucarest‑Paris, 1976.
(27) M. Pellicer, L. Menanteau y P. Rouillard: op.cit.,
pp. 221.
(28) M. PeUicer, L. Menanteau y P. Rouillard: op.cit.
(29) Sobre las vias interiores que seguia dicho comercio,
vease: j. Rernesal: «Geh6n, Habis er Arganthonios. Le peuplement protohistorique
d'Andalousic*, Caesarondonum, XIII, 1978, pp. 194 y ss.; j. M' Bläzquez:
«Ultimas aportaciones al problema de los origenes de la colonizaci6n
fenicia en Occidente», Segundo Congreso Intermcional de Estudios sobre
las culturas del Mediterrineo Occidental, Barcelona, 1.978, pp. 41 y
ss.; j. M' Blizquez: op.cit., 1.980, pp. 293 y ss.
15
GREGORIO DE FRUTOS
Cerro de la Bujara, en la desembocadura del Barbate
(30); ei sello de oro de Cidiz, con fecha que oscüa entre ei S. VIII‑VII
a. C. etc. (31).
La ültima etapa que nos corresponde tratar en este
capitulo, es, sin duda, la mis interesante y activa de la dinimica comercial
fenicia en nuestra PcWnsula. Dicho momento, que ocupa entre los aflos
700‑573 a. C., apro3dmadamente, para estudiar sus oscilaciones
comerciales, hay que verlo dentro del entorno general de los sucesos
politico‑econ6nücos del Mediterrineo en estos momentos, ademäs
de ver en ello ei resultado o consecuencia inmediata de lo que se empezö
a gestar en afios anteriores, sobre todo en la centuria anterior. Efectivamente,
en Oriente, salvo excepciones, se va a dar un perfodo de relativa tranquilidad
en las ciudades fenicias, sobre todo para Tiro, que no s61o conseguiri
mantenerse independiente, sino que recuperari ciertas posesiones en
ei continente a costa de Sid6n, que se habia sublevade (677 a. C.) y
le habia costado su destrucci6n (32). Esta paz y esta circunstancia
que acabamos de expficar, va a ser aprovechada desde ei punto de vista
comercial, siendo durante estos momentos cuande se da ei mayor auge
de importaci6n de mercancias orientales Y, por tanto, ei mayor periodo
de prosperidad para las colonias y para las metröpolis. Tambiin es ei
periodo de mayor penetraci6n de las influencias fenicias al interior.
Efectivamente, ahora se crean nuevos asentamientos fenicios en ei sur:
Tramayar, Alarc6n, Casa de la Vifia, Guadalhorce, etc. Por otra parte,
en la primera mitad del S. VII a. C. comienzan a proliferar las importaciones
orientales en los poblados indigenas del sur de la Peninsula y N. de
Africa sobre todo, siendo de cronologia mäs reciente conforme avanzamos
hacia ei centro. Por estos momentos, se produce un gran auge en las
ciudades y factorias fenicias en cuanto a la producci6n de objetos se
refiere. Es por estas fechas cuando se produce una gran afluencia de artesanos
procedentes de Oriente, posiblemente debida a la gran demanda por parte
de los indfgenas de estas manufacturas orientales, a la vez que con
ello se intenta asegurar la estabilidad comercial, resultando como consecuencia
una menor dependencia de estas instalaciones occidentales semitas respecto
de las ciudades orientales. Efectivamente, se puede afirmar que es ahora
cuando los fenicios se aventuran hacia ei interior de
(30) Ver nota 28.
(31) j. M, Blizquez: Tartessos y los origenes de
la colonizacibn Fenicia en el Occidente, Salamanca, 1975 (V cd.), pp.
21 y ss.
(32) E. Cassin, j. Bott6ro, j. Vercoutter: op. cit.,
pp. 179 y ss.
16
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
nuestra Peninsula, en busca de nuevos mercados, a
trav6s de las vias
fluviales. Sin embargo, estas penetraciones no debieron
prohferar
mucho, y es probable que 6stas se realizaran a trav8s
de intermediarios
indigenas. Las vias terrestres hacia ei interior
serian en estos momen
tos recorridas por primera vez por los fenicios en
forma de caravanas
organizadas de carros, es decir, dichas expediciones
estarian protegidas
por partidas armadas, a modo de las caravanas de
tuaregs del N. de
Africa. Sin duda, la mis importante para los fenicios
seria la que va de
Ofiussa a Tartessos, que tendria la finalidad de
comerciar directamente
con los centros peninsulares productores de estafio,
intentando acabar
asi con ei intermedio de los pueblos tart6ssicos
(33). Sin embargo,
para dichas penetraciones, debi6 ser mis importante
la via fluvial,
destacando, sin duda, la del Guadalquivir, la cual
se hafla jalonada de
asentamientos indigenas con abundante material '
oriental. A trav8s de
ella, los fenicios pretendian tener acceso directo
a los centros mineros
del Sudeste y de la Alta Andalucia. Efectivamente,
la via que va de
Gadir al Norte de nuestra Peninsula se puede seguir
perfectamente a
travEs de ciertes materiales arqueo16gicos de origen
oriental que se
suponen fabricados en Huelva o Gadir, como son, por
ejemplo, los
«braserillos» y losjarros pünicos‑tart6ssicos.
Dicho recorrido coincide
aproximadamente con la posterior «Via de la Plata»
(34). La ruta hacia
ei interior del Guadalquivit, como hemes dicho, se
halla perfectamen
tejalonada por enclaves arqueolögicos como Carambolo‑Carmona‑Se
tefilla‑Colina de los Quemados‑Ategua‑Porcuna‑Cästulo‑Toya
(35).
Pero, sin duda, fue ei comercio maritimo‑costero
ei que alcanz6
mayor expansiön en esta 8poca. Ademis de mantenerse
las relaciones
de afios anteriores con los tartessios y ei N. de
Africa, se producen
nuevas expansiones en busca de mercados mis alli
del territorio
tart8ssico. Asi, por ei Oeste, se recorre la costa
atlintica en la que,
ademäs de conseguir mercados nuevos, se crean nuevas
colonias con
ei fin de controlar mejor y mas cercanamente las
cuencas mineras de
Extremadura y Portugal, ambas ricas en estafio, oro
y cobre. Entre las
nuevas colonias destacan las de Rio Piedras y Aljaraque;
los nuevos
mercados y relaciones en esta zona se demuestran
por los hallazgos de
(33) E. Cuadrado: «Corrientes comerciales de los
pueblos ibiEricos», Fst. de Econ. Antique de la Pen. Ib., 136
y ss., Barcelona, 1968.
(34) E. Cuadrado: art.cit., pp. 137.
(35) j. M.' Blizquez: op.cit., 1980, pp. 280.
17
GREGORIO DE
FRUTOS
manufacturas orientales en los poblados indigenas
de Alcacer do Sal, Ourique, Lagos, Santa Olaya, etc. (36). Mayor avance
comercial se produjo en las costas del Este, quizä con la intenci6n
de «controlar» las ricas nünas de plata de la zona de la quo fue posteriormente
Cartago Nova, ademis de asegurar los mercados de dicha costa, en la
quo ya se ternla la competencia griega. Por esta razön, poco antes de
la mitad de siglo, se funda la colonia de Ibiza (654) con la antedicha
intenci6n de asegurar y controlar los mercados y las rutas a las zonas
metallferas de estas costas y de los Pirineos (37). Efectivamente, de
manera segura y confirmada tenemos en esta 6poca la presencia griega
en las costas del Sur de la Peninsula casi cincuenta afios antes de
las fundaciones griegas en el Sur de Francia, esta presencia se da bajo
la forma de expediciones comerciales, las primeras realizadas por samios
y eginetas, las posteriores por los focenses, al decir de Her6doto (IV,
152 y 1, 163). De estas primeras visitas tenemos vestigios numerosos
tanto cerämicos como bronces en las colonias y factorias del Sur de
la Peninsula y del N. de Africa; aunque no se puede decir quo todos
sean de esta procedencia, si hay algunas pruebas quo demuestran quo
algunos de ellos vinieron a parat aqui por este procedimiento. Por ejemplo,
es muy significativo el hecho de que en el ültimo tercio del S. VII
a. C.Egina comience a acufiar sus famosas «tortugas» de plata, cosa
quo coincide con la menci6n de Herödoto de la visita de un tal Sostratos
quo, segün el historiador, fue el mejor negocio quo realizö griego alguno
per la gran cantidad de plata quo habia conseguido Bevar en sus barcos
(Heröd. IV, 152). Es aün mis significativo si tenemos en cuenta quo
tanto las minas de Lauri6n del Atica como las de Tracia no se explotaron
hasta el S. VI a. C. (38). Prueba tambi8n la venida de los griegos por
estos lugares, concretamente el viaje de Kolaios que nos relata Her6doto,
el haUazgo en el Heraion de Samos de peines de marfil de la misma tecnica
de fabricaci6n quo los hallados en Osuna y Carmona (39). Por ello, podemos
proponer la hip6tesis, de acuerdo con F. j. F. Nieto, de quo en esta
6poca es muy probable
(36) j. Pedro Garrido Ruiz: «Precisiones en torno
a la colonizaci6n Fenicia en el irca adintica de la P. 1b6rica y las
excavaciones arqueo16gicas de Huelva», XIV C. Arq. Nac., 1977; pp. 773
y ss.; j. M.' Bläzquez‑ op. cit., pp. 335 y ss., Madrid, 1980.
(38) A. Blanco: «La colonizaci6n Griega», en H.'
de E~patia I de Historia 16; Extra, XIII, abril, 1980. pp. 66; j. M.»
Bläzquez: op. cit., pp. 287, Madrid, 1980.
(39) A. Blanco: op. cit.
18
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A, LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
quo entre fenicios y griegos se dieran frecuentes
asociaciones mercantiles a partir de las cuales los griegos pudieran
comerdar sin problemas en determinados emporios de los fenidos y viceversa
durante un tiempo deternünado y con el pago de dertas cargas «aduaneras».
Asi,
probablemente, en Gadir podria haberse dado el atraque tempoial
de barcos griegos, al igual que en Torre del Mar, con cierta frecuencia,
lo cual haria confundir a ciertos ge6grafos e historiadores antiguos
con una colonia griega (Mainake) (40). Prueba de estas buenas relaciones
comerdales entre griegos y fenicios son la abundancia relativa de inforas
*tipo SOS» de las quo se encargarian de distribuir por el Sur de la
Peninsula y, con mis certeza, por el N. de Africa, los gadeiritas, aunque,
a veces, se podria decir tambi8n que proceden de un comercio fenicio
directo con Oriente. Otros vestigios de esta Epoca son el oinochoe protoitico
hallado en una tumba en Cidiz y el famoso casco
griego hallado en el Guadalete
por el t8rmino de EI Portal (41). La prosperidad comercial de los fenicios
fue aumentando progre
sivamente a medida quo el S. VII se acercaba a sus
ültimas d6cadas. Esto se manifiesta perfectamente en los niveles de
los yacimientos tanto fenidos como indigenas semitizados que corresponden
al ültimo cuarto de dicha centuria, como por ejemplo, en el Cerro Macareno
(42), en donde se observa un aumento brusco de importadones de inforas
quo contienen productos liquidos, y no s61idos, como dice Pellicer,
ocurriendo lo mismo con la vajilla de lujo, como es el caso del barniz
rojo (43). Estas importaciones de lujo presupenen un mayor auge en las
exportaciones de materias primas, sobre todo metales. Este auge de importadones
semitas coincide perfectamente con lo
quo estä ocurriendo en las ciudades sirio‑palestinas,
quo empiezan a
recobrar su total independencia ya que en el imperio
asirio empieza a
notarse su decadencia, quo sera total en torno al
605 a. C., afio en quo
toma el relevo de la supremacia Babilonia, cuyo rey,
Nabucodonosor
II, comienza a hostigar a las dudades fenidas, quo
intentan resistir
formando coalici6n animada por Tiro, hecho quo le
costarä su asedio
y conquista por Nabucodonosor (c. 586‑573 a.
C.) (44). En estos
(40) F. 1. Fernindez Nicto: op.cit., pp. 549 y ss‑,
Madrid, 1980.
(41) F. j. F. Nieto: op. cit., pp. 569 y 572; j.
M., Blizquez: Tartessos y 105
oeenes...,
citado, Urn. LXVII A.
(42) M. Pellicer: «Tipologia y cronologia ... »,
citado,‑Sevilla, 1978.
(43) F. Presedo: op.cit., pp. 148, Madrid, 1980.
'
(44) E. Cassin, j. Bott8ro, j. Vercoutter: op.Cit.,
Madrid, 1974, pp. 179 y ss.
19
GREGORIO DE FRUTOS
veinte afios (c. 605‑586 a. C.) podriamos situar
ei cenit de la colonizaci6n fenicia en la P. Ib6rica. En estos momentos,
se funda un asentanüento colonial en Malta (Tas Silg) (45); la expansi6n
comercial se Heva mis alli del valle del Segura hasta la pro2dmidad del rio Ebro, cosa
que demuestra ei inter£~s de los sernitas por controlar las cuencas
niineras de los Pirineos. Hecho 8ste comprobado por las cuantiosas importaciones
fenicias halladas en diversos asentamientos indigenas de la zona: Vinarragell
(Caste116n), EI Molar (Alicante), La Solivella (CasteH6n), Amposta,
Coll del Moro, Mas de Mussols, etc., en Tarragona, todas fechables a
partir del ültimo tercio del S. VII a. C.. Pocos afios despu6s, con
ei asentamiento griego de Massalla ei impulso fenicio qued6 cortado,
aunque no impfica que dicho comercio se frenara, antes al contrario,
se sigui6 ei intercambio con mayor profusi6n en la primera mitad del
S. VI a. C. (46). Esta expansi6n hacia las costas mediterrineas Ilev6
tarnbi8n al aumento de los contactos comerciales con los griegos afincados
en Sicilia y Magna Grecia, aunque dicho comercio estaria mäs en manos
de los semitas de Cartago, los cuales controlaban dichas actividades
a trav6s de las factorias y colonias asentadas en Sicilia, Cerdefia
e Ibiza.
Es un hecho claro que en esta 6poca tambien se toma
contacto con los etruscos, que se habfan convertido por estas fechas
en una gran potencia naval, Ilegando incluso, segün Diodoro, hasta mis7
allä de las Columnas de Herakles (Diod. Sic., V, 19), lo que motivö
un enfrentamiento con los fenicios. Salvando algün caso de este tipo,
las relaciones entre ambos pueblos fueron muy amistosas como se ve en
las constantes relaciones comerciales y politicas que tendrin a lo largo
de estos afios y en las dos centurias siguientes. A partir de este momento,
los intercambios entre ambos bandos se darän o bien por intermedio de
uno, o bien por sociedades mercantiles. Generalmente, los productos
etruscos en ei Sur de la Peninsula son mis escasos, lo que prueba que
su Ilegada a estos lugares se Ilevö a cabo a trav8s del comercio fenicio.
Lo rrüsmo debi6 ocurrir con los productos semitas hauados en Etruria,
aunque, como digo, es posible se dieran esas expediciones comerciales
mixtas Ilevadas a cabo por la creaci6n de estas sociedades comerciales
(47). Prueban estas buenas relaciones comerciales lo vasos
(45) j. Heurgon: op. cit., p. 72.
(46) F. j. F. Nicto: op. cit., pp. 549 y ss., Madrid,
1980.
(47) j. M. j. Gran Aymerich: «Observaciones sobre
la presencia etrusca en el Mediterräneo Occidental, Simp. de Colonizac.,
pp. 437 y ss., Barcelona, 1974.
20
DIRECTRICES COMERCIALES DEL GADIR FENICIO DESDE SU
FUNDACION
A LA CAIDA DE TIRO (1100‑573 A. C.)
etruscos haRados en Cädiz y que se conservan en ei
Museo de dicha ciudad; los hallazgos de cäntaros etruscos en Guadalhorce
y, sobre todo, las influencias en las «t6cnicas de joyeria» y trabajo
del metal, como «ei granulado de La Aliseda, las palmetas de algunosjarros
de bronce», etc., quizi procedentes tambi6n de Gadir, o al menos, los
primeros modelos procedentes de aqui. Quizi se pueda pensar en la posibihdad
de la presencia de algunos artesanos etruscos en Gadir y otras factorias
del Sur peninsular (48). Aunque ei fenömeno contrano, es decir, la presencia
de orfebres, eborarios, carpinteros, etc. fenicios, en Italia se manifiesta
de manera mäs patente (49).
En estas dos d6cadas que estamos analizando, tuvieron
ei mayor apogeo las importaciones semitas de objetos de lujo, que habian
comenzado a aumentar d6cadas antes. Esta creciente demanda de objetos
de lujd~daria lugar a que no fueran suficientes las importaciones de
Oriente para abastecer los mercados indigenas, dando como
r‑Itado un aumento de la producci6n alfarera,
eboraria, etc., en las
esu
colonias y factorias de Occidente. En este sentido,
Gadir, al tener que abastecer a casi todos los pobladores indfgenas
del Su.roeste y N. de Africa, debi6 de ser sin duda la ciudad mäs opulenta
de todo Occidente, incluida Cartago. En ella debia haber abundantes
talleres artesanos, no s61o fenicios, sino chipriotas, egipcios y, probablemente,
griegos y etruscos. Sus fondeaderos debian estar constantemente atestados
de naves orientales, griegas y etruscas (50).
Sin embargo, esta situaciön se vendria paulatinamente
abajo a partir del momento en que de nuevo la amenaza extranjera se
empezö a sentir en las metr6polis fenicias. Efectivamente, la Ilegada
de Nabucodonosor al poder del imperio babil6nico supuso la caida de
Siria‑Palestina bajo dominio babilönico. Tiro fue ei ültimo reducto
en caer tras un asedio de trece afios (586‑573 a. C.). Estos afios
de cerco supusieron ei corte casi total de los contactos de las colonias
con las metr6polis como se manifiesta perfectamente en la arqueologfa.
En efecto, ahora se produce un brusco vacio en yacimientos como Guadalhorce,
Toscanos, Mogador IV, Lixus V, Cerro Macareno 20‑19, etc., todos
ellos dependientes de Gadir. Para explicar esto, hay que tener en cuenta,
ademis de los sucesos de Oriente, lo que estä ocurrien
(48) j.
M.' Blizquez: op. cit., pp. 310 y ss., Madrid, 1980.
(49) j.
Heurgon: op. cit., pp. 80 y ss.
(50) j.
M,1 Blizquez, op. cit., pp. 362, Madrid, 1980.
21
GREGORIO DE FRUTOS
do en Occidente. Efectivamente, coincidiendo con
el cerco y caida de Tiro parece que se produce una serie de rebeliones
y ataques indigenas a las factorias y colonias del Sur, producto quizä
de la mayor presi6n y «tirania» comercial que fueron objeto como consecuencia
de la gran expansi6n que los fenicios hablan Hevado a cabo durante toda
la centuria anterior. Quizis fuera la paulatina p6rdida de su calidad
de intermediarios comerciales lo que mis ofusc6 a los que detentaban
el dominio de Tartessos, que debieron ser indoeuropeos. Estos oscuros
momentos coinciden tambi8n con las fortificaciones de algunas factorias
como Alarc6n, con la Ilegada de los focenses a Tartessos ‑‑si
seguitnos las hip6tesis de F. j. F. Nieto‑ y la proposici6n que
les hizo Arganthonios (Her6d, 1, 163), etc. Todo esto dio como consecuencia
la intervenci6n directa de Cartago, que tuvo que asediar a Gadir que
habia sido tomado por los indigenas (51). Esto supuso la caida bajo
la influencia cartaginesa del imperio comercial fenicio de Ocddente,
teniendo como consecuencia inmediata la reconversi6n del comercio occidental
(52). Pero este asunto sale ya del marco cronolögico que
nos habiamos fijado y entra dentro de otra etapa
que consideramos con entidad suficiente como para merecer un estudio
aparte.
(51) j. Heurgon: op. cit‑, pp. 79 y ss.
(52) j. M., Blizquez: op.cit., pp. 314 y ss., Madrid,
1980; F. j. Femindez Nieto:
op.cit.,
p. 546, Madrid, 1.980; M. Pefficer: op.cit., p. 399, SeviUa, 1978.
22
«Idolo oculado» de Los Almendrillos
(Las Cabezas
de S. juan, Sevilla)
Antonio
Caro Bellido
1) NOTAS SOBRE EL YACIMIENTO:
Situaci6n.
Se emplaza el yacimiento en la finca de «Los Almendrillos»
situada a unos 5 Kuns. al NO. de la poblaciön de Las Cabezas de San
juan (Sevilla), a cuyo termino pertenece, y junto
a la estaci6n de ferrocarril de esta localidad.
Descripci6n y caracteristicas.
Se trata de otro de los yacimientos del «borde de
Las Marismas»
(1) de la margen izquierda del Guadalquivir estando
ubicado en uno de los cerros de altura media que anirnan frecuentemente
dicho borde.
Las notas mis destacables de «Los Almendrillos» estän
en funciön de:
‑Su especial situaci6n
dentro del despu6s denominado «estero de Nabrissa» (Strab6n, Geog. 111,
1, 9) y que durante el Calco
litico y Bronce constituia un frente costero, con
las posibilidades que ello ofrece a la hora de calibrar fenörnenos de
orden poblacional, cultura'l y econömico.
‑Su topografia, que hace sea un enclave con
buenas posibilida
des defensivas.
Breve resefia hist6rica zonal.
EI yacimiento en cuesti6n debe conocer su poblamiento
mäs antiguo con caricter estable, en poblado, a prindpios del Calcolitico
en fecha cercana al 3.000 a. C. dentro de una tendencia general por
la
(1) Con ei tirmino «borde de Las Marismas» designamos
la banda de cerros de altura media que enmarcan las tierras de marismas
delimitändolas de las de labor.
Aunque hoy ha desaparecido la vegetaci6n marismefia
(«almajos dulce y salado» ‑‑suaeda fructicosa y Salicomia
fructicosa‑ «sapillo» ‑‑‑ salicomia herbicea‑
y «grama» ‑Cynodom dactilon‑ asi como la enea, eljunco,
el carrizo, etc.) y el paisaje ha
variado en gran parte, la citada comarca continüa
siendo una inmensa Ilanura, fiel reflejo de su remoto pasado.
23
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